Los intestinos son una inmensa parte del sistema digestivo, una maquinaria biológica finamente sintonizada destinada a procesar el mundo externo a nuestro cuerpo, de manera que podamos recibirlo en nuestro interior y convertirlo en energía vital con la que alimentar las infinitas funciones del organismo.
Todos nos preguntamos como sabe el tracto intestinal que sustancias de las que pasan a través de sus paredes y mucosas son beneficiosas y cuales pueden poner en peligro la salud del cuerpo. No solo los alimentos que comemos contienen sustancias químicas y alérgenos dañinos, sino que también las mismas bacterias que normalmente conviven en nuestro intestino pueden volverse contra nosotros y dañar el inmenso filtro intestinal, disminuyendo significativamente la permeabilidad de la mucosa intestinal.
Cuando nos abandonamos a no conocer y comprender que es verdaderamente lo que nuestro cuerpo necesita de los alimentos, vemos como todo queda en contra de ese sistema digestivo y en particular de los intestinos delgado y grueso, provocando intoxicación.
La intoxicación intestinal no es nada nuevo, y hasta la presente, la medicina oficial o alopática no le ha prestado la atención que se merece; no habiendo nada por su parte que cubra su único e importante objetivo, limpiar los intestinos de sustancias tóxicas.
La Higiene Intestinal con su Probiosis y apoyado por las Sales Bioquímicas del Dr. Schüssler, es el mejor tratamiento de fondo para hacer frente a la gran mayoría de los procesos morbosos o enfermedades del mundo civilizado actual para la eliminación de la intoxicación intestinal.
La causa de la intoxicaxión intestinal radica en la alimentación que abona nuestro terreno y en la posterior infección, que solo puede proliferar cuando se produce una mala alimentación.
El alimento es la gasolina del motor humano el que abastece con sus nutrientes y sustancias vitales, hasta la última de las células de la más maravillosa de todas las máquinas; el cuerpo humano. Pero cuando el carburante carece de algún componente esencial, no se convierte en una fuente de energía degradada, sino que abre infinidad de posibilidades de producir venenos y sustancias nocivas que envenenan el tubo digestivo, los tejidos orgánicos y, arruinan por completo la salud del organismo.
Verdaderamente, no existe la menor duda de que la alimentación de la actual civilización y la que llevamos desde hace 25-30 años atrás está completamente equivocada, en cuestión trofológica alImentaria tenemos el paso cambiado, y no hace falta ser muy juicioso para aceptar que nuestros modernos métodos de conservación, preparación y cocinado de alimentos no son en modo alguno compatible con la dietética y las Leyes de la Naturaleza.
El origen de una intoxicación intestinal tiene su causa en una alimentación errónea, y solo después, puede achacarse a una infección que únicamente puede manifestarse cuando las condiciones del tracto gastrointestinal no son las adecuadas y normales en control de su pH., perdiéndose el equilibrio interno.
Con esta alimentación equivocada y antinatural para la fisiología humana, predisponemos primero el terreno intestinal sembrado a priori con una Microbiota (bacterias, levaduras, hongos y otros) armoniosa para el medio, a que se desequilibre (disbiosis) y entonces comiencen los problemas, las disfunciones y los trastornos lesiónales.
Una alimentación equivocada puede empezar el mismo día del nacimiento, con un parto no natural, perdiendo el nuevo ser humano el fabuloso aprovechamiento del canal del parto donde a través de él se repoblará de la beneficiosa microbiota acidoláctica materna necesaria para el equilibrio de su posterior terreno intestinal, después nos seguiremos equivocando con el caso de la alimentación artificial. Desde nuestra más temprana edad vivimos con un contenido intestinal anormal el cual mantenemos en estas circunstancias a lo largo de toda nuestra vida, con una adaptación
microbiótica al medio o terreno (intestinos) complicada en su equilibrio.
Tanto como si somos vegetarianos, omnívoros, o carnívoros en demasía; nuestros modernos métodos de cocinar, almacenar y preparar los alimentos no son admisibles dentro del orden cósmico de las cosas.
Es muy probable que los microorganismos anormales del intestino no se hubieran convertido en perennes parásitos intestinales, aunque su presencia sea tan universal, si admitimos que el hombre se hubiera alimentado correctamente desde su nacimiento en orden y forma.
No todas las bacterias son dañinas y perjudiciales (todo lo existente bajo el sol es necesario aunque solo sea para un fin), de hecho son cruciales para mantener limpio y sano el intestino y todo el tracto digestivo, equilibrando el terreno para evitar infecciones dañinas y protegernos de posibles enfermedades del sistema.
Dentro de nuestro tracto intestinal existe un universo microbiano muy diverso, los microbios a la vez contaminan y coexisten amistosamente la naturaleza proporciona un medio o terreno (tracto gastrointestinal) donde convivir en saludable equilibrio un mundo simbionte de diferentes bacterias.
Las bacterias beneficiosas o probioticas, mientras exista un terreno propicio donde ellas vivir y ejercer sus funciones vitales (preventivas y curativas), no dejaran que proliferen bacterias pre patógenas, y o patógenas potenciales que conducen a las infecciones; hoy se ha comprobado que éstas bacterias probióticas son agentes curativos potentes. Dentro de las bacterias probioticas ácidolácticas está el Lactobacillus acidophilus que produce sustancias antibióticas como lactocidina, acidofilina, que atacan con fuerza a los organismos dañinos hasta expulsarlos del aparato digestivo.
De toda la microbiota intestinal las bacterias acidolácticas son las más beneficiosas y curativas, ayudan a limpiar los intestinos y a mantenernos sanos del exceso de gérmenes patógenos, previniendo así las alergias, las infecciones por bacterias y levaduras, las diarreas, los gases, la hinchazón o meteorismo y los problemas digestivos, o sea nuestros intestinos, como primera base de salud del ser humano.